REVISTA GOLF Y PÁDEL BURGOS Nº 42
Como
sigo teniendo la suerte de estar en contacto permanente con los menores, sus
torneos y sus vivencias, siempre me viene a la cabeza el excesivo peso que
tienen los padres y tutores que, a mi entender, poco aportan y en algunos casos
llega a ser contraproducente para la formación deportiva del menor.
Está
genial que los padres apoyen a sus hijos en su trayectoria deportiva, cosa que
les agradecemos profundamente, pero tienen que saber qué papel deben ocupar en
la misma. El excesivo celo, seguramente bienintencionado, hace que el menor
esté permanentemente pendiente de sus progenitores, tanto para lo bueno como
para lo malo. Tenemos que tener en cuenta que el deporte es clave para la
formación del menor, no solamente en el aspecto físico, sino para la formación
en valores, que solamente se dan si les dejamos solos
y no estamos pendientes de todo lo que pasa a su alrededor. Si el padre
mira inquisidor a su hijo cuando falla y el hijo le devuelve la mirada, si el
padre lleva el marcador y toma decisiones de jugadas, si cuando sale de la
pista está pendiente de atarle las zapatillas, llevarle el agua, etcétera; si
actuamos como auténticos hoolligans con gritos e insultos hacia los
adversarios o padres de los mismos, si les recriminamos la pérdida del partido
y les reprochamos que no han estado a la altura del esfuerzo y sacrificio que hacen para poderles llevar a
competir, etc..
Si
pasa eso, que pasa, flaco favor estaremos haciendo a nuestros menores.
Dejad
que disfruten, dejad que resuelvan situaciones por sí solos, dejad de estar
pegados a la verja metiendo presión , sufriendo y haciendo sufrir a los demás, dejad que les roben bolas, que
cometan injusticias con ellos, que no tengan agua y tengan que buscarse la
vida, que se inscriban ellos y miren los cuadros de juego…
De
esta manera aprenderán que la vida es dura, sacrificada, cruel e injusta a
veces. Les hará ser fuertes de cara a forjar su propio futuro. Apoyémosles, no
les agobiemos…